28 Reflexiones sobre mí, sobre ti, sobre nosotros
Antes de empezar, quiero decir que me siento raro haciendo esta reflexión y hablando sobre mí, sobre ti, sobre nosotros.
Precisamente porque esta reflexión trata sobre todo lo contrario. Esta reflexión trata sobre la no identificación con algo que crees que eres, pero en realidad no ¿o sí?
No lo sé, estoy lleno de dudas por eso reflexiono. Lo que voy a escribir a continuación, sé dónde empieza pero no dónde acabará (ni si acabará viendo la luz). Pero si sigo dándole vueltas a esto no empiezo nunca, así que comencemos.
Empiezo a escribir este contenido en pleno confinamiento del Covid-19 y todo comienza con una idea:
“Vivimos escapando continuamente de nosotros mismos”.
¿Qué quiero decir con esto?
De no ser por esta crisis, no habríamos tenido la oportunidad (no digo ni suerte ni desgracia, digo oportunidad). Muchos de nosotros hubiéramos pasado por la vida sin tener la oportunidad de conocernos a nosotros mismos de verdad.
Algunos han aprovechado esta oportunidad, otros no.
Ha habido de todo:
- Gente que no tenía nada que hacer y no ha hecho nada.
- Gente que no tenía nada que hacer y no ha hecho nada (que le haga crecer).
- Gente que no tenía nada que hacer y no ha hecho nada (que le haga crecer positivamente).
- Gente que tenía cosas que hacer y se ha obsesionado con alguna de sus dimensiones negativamente (física, mental, emocional, social o espiritual).
- Gente que tenía cosas que hacer y se ha obsesionado con alguna de sus dimensiones positivamente.
- Gente que tenía cosas que hacer y ha equilibrado la importancia que ha dado a sus dimensiones.
Me gustaría decir que yo he sido del último tipo, el 6, pero mentiría.
Como a todos, esta situación me ha trastocado y aunque a mí personalmente (creo que gracias a algo superior a mí) me ha afectado positivamente en todas las dimensiones (a pesar de la parte trágica del asunto). He tenido que lidiar con ciertas obsesiones y he tenido que seguir un camino disciplinado para pasar de la obsesión al equilibrio, a la ecuanimidad. Término que, a pesar de ser una persona que por mi eneatipo dominante he estado siempre muy lejos de él, he trabajado y trabajo duro en acercarme cada vez más.
Y me interesa, me preocupa y me motiva la idea de analizar por qué hay personas que no son capaces de ver esto que he descubierto yo, no hace tanto tiempo: la ecuanimidad, el estar presente, el Anitya. Cosas que son muy diferentes entre sí pero que están muy relacionadas.
- La ecuanimidad es algo maravilloso porque te ayuda a disfrutar de la vida. Pienso que todo en exceso puede ser perjudicial y no hablo solo de las cosas malas, por ejemplo, las drogas. Un exceso de dinero, de vida fácil, de felicidad… puede destrozarte la vida. Puede hacer que no vivas.
- El estar presente en el momento presente. No estar continuamente actuando en base a lo que has vivido o a lo que te espera por vivir, es igualmente maravilloso. Pasamos la vida pensando en pasado y futuro. ¿Has disfrutado con todos los sentidos del desayuno de esta mañana? ¿Te has parado a ver lo bonito que está el cielo hoy?
- Anitya es algo que tatué en mi muñeca derecha para tenerlo siempre presente. Esta palabra de origen budista tiene mucho significado. Pero para mí, lo mejor de ella es que viene a decir que “todo pasa y nada permanece”. No debes sentir apego por lo bueno, ni aversión por lo malo. De hecho, las cosas no son ni buenas ni malas, las cosas SON.
¿Por qué hay personas que no han descubierto estas cosas tan maravillosas? Yo no las he descubierto hasta hace pocos años y a pesar de haberlas descubierto, siento que todavía me estoy familiarizando con ellas. Llevaba años tentado por explorar algo menos terrenal y comprometerme con algo superior a mí.
Cuando hablo de algo superior ¿de qué estoy hablando? Pues no lo sé. Naturaleza, universo, Dios… Me gusta “naturaleza”. Lo llamaré así en adelante.
Perdona, que me lío.
La pregunta era:
“¿Por qué hay personas que no han descubierto estas cosas tan maravillosas?”
Para responder a esta pregunta voy a pensar en qué hacía antes diferente. Creo que a eso le llaman pensamiento dicotómico.
- Antes usaba más la cabeza. Ahora uso más el corazón.
- Antes buscaba que otros me quisieran y aceptaran. Ahora busco quererme y aceptarme yo.
- Antes pensaba que si no conseguía algo no valía. Ahora pienso que si no consigo algo, he conseguido algo: aprender cómo no se consigue esa cosa y si merece la pena seguir intentándolo por otras vías.
- Antes me identificaba con las expectativas. Ahora trato de no identificarme con nada.
- Antes me identificaba con ciertos tipos de cultura. Ahora trato de identificarme con la vida. De esto te hablo aquí con más detalle.
- Antes pensaba que las emociones se clasificaban en positivas y negativas, después pasé a pensar que todas eran positivas en su justa medida. He leído que las 5 grandes emociones que manejan nuestras vidas son: alegría, tristeza, ira, miedo y asco. Ahora creo que las emociones SON.
- Antes pensaba que los problemas estaban en las cosas (los móviles, la comida, las drogas…). Ahora sé que los problemas están en cada uno.
- Antes pensaba que había personas que estaban aquí para hacer algo grande y que luego estaban los demás. Ahora pienso que todos estamos aquí para hacer algo y que habitualmente quién marca la diferencia no es quién la sociedad actual cree. Gracias madre por enseñarme esto a través de “los ojos del hermano eterno.”
- Antes pensaba que no tenía personalidad, después pasé a pensar que tenía mucha. Ahora pienso que mi verdadero yo, no tiene nada que ver con lo que entendemos por personalidad.
- Antes mi camino era el del crecimiento material, eso era lo que entendía por crecer. Ahora es lo último en mi lista.
- Antes tenía una idea confundida de la libertad, ya ni recuerdo la idea que tenía. Lo que sí tengo claro es que la libertad nos la damos cada uno cuando salimos de nuestros condicionamientos.
- Antes no cuestionaba lo que me habían enseñado. Ahora creo que la única manera de crecer es desaprender todo lo aprendido (pero no olvidarlo). ¿Por qué? Para encontrar un propósito, una personalidad y ser fiel a ella. No hablo de un propósito y una personalidad de cara al exterior, sino de todo lo contrario.
- Antes no sabía lo que era “ser consciente del momento presente”. Después, cuando comencé a profundizar en esa idea, pasé a ser “un científico” de ella y analizaba el por qué de mis sensaciones. Ahora me he convertido en un “notario” de ellas: las observo, no las juzgo (o eso intento, la verdad es que esto es lo que más me cuesta) y sigo adelante. Este punto, quizás es algo difícil de entender para quien no haya meditando nunca y difícil para mi explicarlo. No me siento preparado para hacerlo de forma escrita.
- Antes vivía una vida que creía que era plena. Ahora vivo una vida que sé que no es plena y ahora sé que la de antes que creía que lo era, no lo era. Y sin embargo ahora vivo con más plenitud que antes. Curioso.
- Antes juzgaba, ahora también pero menos. Y cada vez que lo hago, reflexiono y aprendo, tanto de mí, como de aquel a quien juzgo.
- También pasé por fases en relación a lo material. Cuanto más materialista he sido, más juzgaba a los que vivían sin ambición (qué risa me da escribir esto). Conforme empecé el camino a la desmaterialización (aún me queda, no he hecho más que empezar y no estoy seguro de que vaya a evolucionar tanto como a la gente a la que admiro por ser de esta manera) el camino del juicio iba a la inversa, es decir, juzgaba a los que eran como yo trataba de dejar de ser. Ahora, sinceramente no sé dónde estoy, pero en este momento en el que estoy escribiendo estas palabras estoy aprendiendo y creciendo muchísimo.
- Antes creía que podría ser feliz, crecer y liberarme cuando todo estuviera bien en mi vida. Ahora pienso que debo aceptar la vida tal y como es. Y desde lo que mi amigo Álvaro Gómez de Buscadores de Sentido (quién ha motivado gran parte de estas reflexiones) llama “categorías superiores de pensamiento”, aquellas relacionadas con la bondad y con el aspecto filantrópico de la vida. Es aquí, cuando realmente creces exponencialmente.
- Antes decía aquello de “yo soy así”. Ahora pienso que solo me puedo permitir decir eso en aquello que no me haga sufrir a mí, ni a los demás. El resto creo que debemos cambiarlo. Un buen ejercicio es llevar un registro diario de las cosas buenas y malas que has hecho. Sí, lo sé, antes hablaba de que las cosas no son buenas o malas, simplemente SON. Pero no encuentro otra manera de expresar lo que quiero decir. Si lo entiendes bien, sino también.
- Antes me estresaba cuando las cosas se torcían. Ahora pase lo que pase digo: no pasa nada, está bien. Me da paz.
- Antes era infeliz por lo que no era capaz de hacer. Ahora soy feliz por lo que soy capaz de hacer.
- Antes me sentía bien cuando ganaba en algo sin pensar en que, cuando uno gana otro pierde. ¿Ahora? ¡Cómo cuesta esto! Tengo mucho camino por recorrer en este sentido. La manera que he encontrado para aprender y crecer en este sentido es analizar cada vez que gane o pierda cómo me siento. Estoy descubriendo cosas muy interesantes.
- Antes pensaba que era cosas porque históricamente así me lo habían dicho quienes me veían: “eres vago”, “eres desordenado”. Creo que creerme esas cosas, ayudó a que en momentos de mi vida fuera lo que decían que era. Ahora sé que puedo ser y cambiar cualquier cosa. Lo del orden he de reconocer que me cuesta. Sino preguntad a Jeannie.
- Antes trataba de hacer encajar a mi ser con el marco en el que me había(n) encasillado en lugar de hacer al revés, es decir, cambiar el marco para que encaje con mi ser. Gracias “a algo” (qué sinceramente no sé qué fue) decidí cambiar esta parte de mi vida. Mi ser estuvo a punto de desaparecer.
- Escuché hace poco que “ser pequeños no nos gusta” y que “ser grandes nos da miedo”. Cuando hablo de pequeño y grande lo hago desde las categorías superiores del pensamiento (ver punto 17). ¿Qué pienso al respecto? Que no me gusta ser pequeño, que en su día me dio miedo ser grande pero que ahora no me asusta (casi) nada y voy por buen camino.
- Antes seguía a mi ego, ahora es mi ego quien me sigue a mí. El ego debe ser como un perro, un compañero que te debe seguir y no al contrario.
- El Talmud dice “no vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos”. Esto lo aprendí en una conferencia de mi amigo Pablo Franco. Antes no había reflexionado jamás sobre esto. Ahora coincido totalmente con esta idea que tiene mucha miga sobre la que reflexionar.
- Muchos años he sido parte del problema en algunos aspectos de mi vida. Ahora trato de ser parte de la solución.
- Antes no era consciente de mi proceso mental. Ahora lo analizo a diario.
Si has leído esto y crees que soy algún tipo de gurú o iluminado debes saber que estoy muy lejos de ello. Es probable que tenga dudas al respecto de cada una de las cosas que he escrito. Pero estas dudas me mantienen vivo, despierto, atento y en continuo crecimiento.