He descubierto algo tan importante y que ha cambiado tanto mi vida que no podía dejar de compartirlo con vosotros.
Lo primero ¿a quién debo agradecer este aprendizaje?
Por un lado a Iunia, una de las personas que me acompaña en el camino de RevenueKnowmads y que generosamente compartió conmigo la fuente en la que podía profundizar en este conocimiento.
Por otro lado a la fuente Alexandre Havard, quien a lo largo de estos 4 videos (1, 2 , 3 y 4) me abrió un mundo que no conocía y me ayudó a entender mejor por qué soy como soy y cómo relacionarme y aceptar a los demás.
Y cómo no, a Hipócrates a quien según he leído, se le atribuye esta clasificación.
Como veis en el enlace previo, todo este tema está muy bien explicado en Wikipedia y tratar de explicarlo mejor sería un absurdo motivo por el que me voy a centrar no en definirlo, sino en explicar lo que he extraído de ambas fuentes: Havard y Wikipedia (os recomiendo que antes de seguir leyendo vayáis a wikipedia para familiarizaros un poco con estos y luego volváis aquí para seguir leyendo mi reflexión).
Mas que con una definición, quiero explicaros los temperamentos con un ejemplo muy esclarecedor que utilizó Havard. Os prometo que al final del artículo entenderéis bien qué son los temperamentos y la importancia de estos y, si no fuera así, siempre podrás recurrir a los videos de Havard.
Él explica que para crear un proyecto necesitamos:
– Un melancólico: que de la idea.
– Un colérico: que organice todo el tinglado.
– Un sanguíneo: que lo dé a conocer.
– Un flemático: que establezca los sistemas para darlo a conocer y que lo trabaje.
Creo que con esto os hacéis una idea de lo que es un temperamento ¿verdad?
No juzguéis por “la fortaleza” de la palabra. Un temperamento colérico, aunque en nuestro lenguaje habitual tiene connotaciones negativas, no tiene por qué serlo. Lo mismo con las palabras flemático, sanguíneo o melancólico, intentad olvidar lo que sabéis sobre ellas y tened la mente abierta cuando continuéis con la lectura de este contenido. Sigamos profundizando:
¿Por qué, si el melancólico tiene la idea, no se ocupa de todo lo demás?
Porque alguien en quien predomine un temperamento frente a otros y la diferencia sea elevada es complicado que tenga las aptitudes de otro:
– El melancólico vive en un mundo de ensueño, tiene muchas ideas pero le cuesta encontrar la manera de ejecutarlas.
– El colérico no tiene grandes ideas pero es muy bueno ejecutando y liderando, eso sí, no dejes en sus manos el marketing y la comercialización de tu proyecto, no es muy empático.
– El sanguíneo no tiene grandes ideas, tampoco es un gran líder ¡pero comunica como nadie! Es capaz de vender hielo a un esquimal en el Polo Norte. Eso sí, no esperes que esté muy centrado, en seguida encontrará otra pasión que quiera comunicar y compartir.
– El flemático no tiene grandes ideas, no tiene dotes de liderazgo, no es un gran comunicador pero, si tiene unas directrices claras, será tu colaborador más fiel. El primero en llegar y el último en irse.
En la guía del RevenueKnowmad (documento que he preparado en el que los miembros de nuestra comunidad empiezan por una fase de autoconocimiento, después definen su Ikigai y establecen un plan de acción para llegar a él, el cual trabajan conmigo a lo largo de varias sesiones individuales) utilizo en la fase de autoconocimiento algunos sistemas de clasificación como doshas del hinduismo y el eneagrama y ahora descubro un nuevo sistema ¿en cuál me baso?
Esta es la reflexión que he hecho:
– Los doshas son un análisis más enfocado a tus características fisiológicas (a priori).
– El eneagrama te habla de tu personalidad y tu carácter (hablaré de esto un poco más adelante).
– El análisis temperamental te habla de algo más…¡temperamental! (Valga la redundancia). Algo más intrínseco a ti, algo con lo que naciste.
Aunque no tengo muy clara que esta diferencia sea así. Los doshas sí que pienso que son características de una persona con las que se suele nacer y morir. Tu eneatipo y tu temperamento es algo que puede ir evolucionando conforme se forja el carácter.
Ya os digo que yo no soy experto en estos temas por lo que, si alguien con más conocimiento que yo cree que estoy equivocado ruego que me lo diga pero, a día de hoy, es la conclusión a la que he llegado. Independientemente de ello, me parece que son detalles poco relevantes y mas “académicos” que prácticos y, como me considero una persona pragmática, seguiré adelante a riesgo de que un académico me corrija (cosa que agradeceré).
Os voy a poner un ejemplo:
Yo, cuando era pequeño, era tremendamente tímido (podría ser temperamento flemático o melancólico) y poco a poco fui evolucionando en base a las experiencias que iba adquiriendo en alguien más colérico y sanguíneo. Pero pienso que, en una época de mi vida, el temperamento colérico me dominó, también pienso que los extremos no son buenos. En los últimos años he trabajado mucho en buscar un equilibro.
Y precisamente creo que esta es la clave: el equilibrio.
Creo que uno de los grandes problemas de los seres humanos es que nacemos con un temperamento dominante pero, desde una edad muy temprana, nuestros progenitores y la sociedad, en lugar de potenciar las virtudes de las nuevas generaciones, tratan de que éstas se adapten al temperamento que más nos va a ayudar a ser exitoso y menos disgustos nos va a traer.
No lo hacen por maldad: nuestros progenitores quizás por ahorrarnos disgustos y que no tropecemos en las piedras que ellos han tropezado; la sociedad por mantener el orden.
En otro modelo de sociedad no le vería el problema pero, en mi opinión, en la sociedad en la que vivimos en la que entendemos que el éxito es ganar mucho dinero y tener muchas cosas, el factor común es el egoísmo y la individualidad. Y esto, estaréis conmigo en que no es la mejor manera de llegar al bien común.
Havard hace una reflexión con la que estoy muy de acuerdo.
En palabras del Havard: “hemos sido educados en la virtud (formación del carácter) y no en el temperamento”. Es por ello por lo que se ha hablado tan poco de ello. En generaciones previas había un miedo tremendo a hablar del temperamento porque parece que si lo hacemos no somos virtuosos. Las personas, para salvar “su libertad” tenían miedo a hablar de temperamento.
En mi opinión porque un disgusto, un fracaso o un tropiezo son las mejores maneras de aprender y salir reforzado. También porque pienso que muchas de las cosas “malas / negativas” que pensamos que pasarán, nunca ocurrirán. Tener la posibilidad de equivocarnos es la única manera de ser libres.
Pero ¿todo el mundo quiere ser libre? No es cuestión de querer, es cuestión de que todo ser humano está en la obligación de serlo. Es la única manera de pasar por esta vida y vivirla, en caso contrario estamos viviendo la vida de otros.
Esto es lo que pienso: en ocasiones los hijos heredan los temperamentos de sus padres pero no siempre e incluso, cuando los heredan, es habitual que unos padres no entiendan a sus hijos. Es tan difícil entender el por qué de cómo actúa una persona, que es más sencillo tratar que, quien tiene que convivir contigo sea como tú.
Además, muchas personas ni se plantean que hay una cosa que se llama “temperamento”, que todos tienen virtudes y vicios y que hay alternativas a forzar a una persona a ser como tú quieres que sea.
Havard cita una frase de Peter Drucker que me gusta mucho. Dice algo así como que él nunca nombraría manager a una persona que no ha cometido errores pues es señal de que es un mediocre. Añade que cometer errores es señal de que has tomado riesgos.
Si no dejamos arriesgarse y cometer errores a las personas ¿cómo actuarán cuando se enfrenten a un reto?
Todos conocemos familias compuestas, por ejemplo, por progenitores coléricos con hijos flemáticos. Los primeros lo han conseguido todo en la vida y no entienden por qué sus hijos son “tan perezosos”. Lo que no son capaces de ver, es que ese chaval podría llegar a ser un gran ingeniero si explotasen su temperamento flemático y si éste se esforzase en adquirir ciertas virtudes de otros temperamentos (sin perder su esencia, es decir, su temperamento original) su potencial sería inmenso.
Un ejemplo:
Un padre colérico que acaba de hacer una gran marca corriendo el maratón de Nueva York llega a casa y ve que su hijo, con algún kilo de más, lleva todo el fin de semana delante del ordenador.
El padre quiere hacer que su hijo sea un gran deportista como él y le fuerza a que salga a correr con él para, quizás el año que viene, repetir ese reto juntos.
Alternativa: trata mejor de interesarte y potenciar aquello que hace en el ordenador y paralelamente muéstrale, sabiendo que quizás no será el gran deportista que tú quieres que sea, los beneficios de una vida sana y equilibrada.
Debemos distinguir entre “forma de ser” y “vicio”. En el ejemplo anterior podríamos decir que un flemático quizás tenga una forma de ser tranquila y pausada mientras que “la pereza” es un vicio.
Por un lado al hijo flemático le da pereza el deporte pero le encanta aprender. Al padre colérico sin embargo le encanta ponerse retos, en este caso físicos, pero el aprendizaje y la cultura le dan pereza, es decir, prefiere salir a correr que leer un libro o, como su hijo, estar delante del ordenador aprendiendo.
Ambos tienen que aprender el uno del otro y buscar un equilibro, tanto en sus vidas como en la relación con el otro. El problema es que, es siempre el progenitor quien trata de adaptar a su vástago a su imagen y semejanza.
Este es solo un ejemplo pero si analizamos las relaciones entre cualquier tipo de temperamento con otro podremos sacar la misma conclusión: la importancia del equilibrio.
Egoísmo es uno de los vicios de los melancólicos (prefieren estar en su mundo), pereza es uno de los vicios de los flemáticos (solo les interesan cosas concretas y solo tienen energía para éstas). El orgullo es uno de los vicios del colérico (el siempre tiene la razón) y la superficialidad es uno de los vicios del sanguíneo (vive la vida, no le pidas más).
Y el gran problema es que cada uno somos expertos en nuestro temperamento pero totalmente neófitos en otros.
Por eso recomiendo en cualquier interacción o debate hacerlo sobre como desde nuestro temperamento vemos las cosas; explicar al resto por qué nosotros desde nuestro temperamento lo vemos así y tratar de entender el punto de vista del resto desde sus temperamentos.
Para terminar de introducir los temperamentos quiero resaltar algo que me pareció curioso y es que, y tiene todo el sentido del mundo para mi, al parecer donde nacemos y nuestra herencia cultural hace que tengamos tendencia a que nos domine un temperamento. Por ejemplo en España, por nuestra historia, somos más coléricos, los africanos son más sanguíneos, en el País Vasco melancólicos, un finlandés es más flemático y en América del Norte, debido a los temperamentos de aquellos emprendedores que fueron a conquistar el «American Dream», tienden a ser coléricos.
Llegados a este punto, espero que hayáis entendido la diferencia entre temperamentos y estéis pensando en qué tipo de temperamento tenéis actualmente y cuál era el temperamento dominante con el que nacisteis.
Bien, hablamos de potenciar las virtudes de nuestro temperamento original pero también de no quedarnos ahí y buscar siempre la manera de crecer ¿cómo? Transformando nuestra energía fisiológica.
Para ello debemos explorar otros temperamentos y tratar de asimilar las virtudes de éstos. Tanto las virtudes de nuestros temperamentos originales como las de aquellos que decidimos investigar y nos planteamos asimilar, se desarrollan con el carácter.
Potenciar un temperamento y, en consecuencia, nuestros dones ¿es necesariamente algo bueno? No, y la respuesta es la que he dado en todo momento: sin equilibrio cualquier don se puede convertir en algo perjudicial, o negativo.
Como ya comenté, no quiero entrar a definir cada temperamento y sus fortalezas y debilidades aunque creo que a lo largo del artículo he dado muchas pistas, pero sí recomiendo que profundicéis en ello en los videos de Havard y en el enlace a Wikipedia que puse al inicio del artículo.
Algunos ejemplos de personalidades históricas para cada temperamento son:
Como coléricos encontramos a André Michelin (su virtud se plasma en su historia con O’Galop, seudónimo de Marius Rossillon) o San Pablo.
En cuanto a sanguíneos quizás son los más fáciles de localizar: cualquier showman o persona que vemos por la televisión (y que se nota que disfruta con ello). Quizás me viene a la cabeza Steve Rubell, padre de Studio 54, como ejemplo.
Un historia de flemáticos podría ser la protagonizada por Darwin Smith quien fue CEO de Kimberly Clark. Smith, al entrar en la compañía se dio cuenta de que no tenían competidores y de que, debido a ello, sus empleados se habían convertido en funcionarios mediocres. No había que trabajar mucho y por lo tanto no había que crear mucho. Era una empresa que funcionaba con flemáticos y se dio cuenta de que si trabajaba con ellos de esta manera se volvería uno más. Decidió construir una nueva estrategia: vender 100 años de historia corporativa para pasar del papel cartón al papel de “alta consumición” (kleenex). Esto consistía en entrar en un mercado de alta competencia. Muchos en la compañía se echaron para atrás pero los que se quedaron lo lograron.
También Jérôme Lejeune descubridor del síndrome de down fue un flemático. Una persona que dedicó su vida a este estudio (por su carácter flemático) y que, sin pelos en la lengua y porque le salía del alma, llamaba con total tranquilidad oscurantistas a sus detractores.
¿Y melancólicos?
En la época de Aristóteles la melancolía era el temperamento top. Martin Luther King fue melancólico pero no nació audaz. Aun así, se convirtió en un hombre de acción.
Moisés también ponía todo en duda pero no quería ser líder ¡y fijaros en lo que acabó haciendo!
Todos estos ejemplos son propuestos por Havard (excepto el de Steve Rubell, ese es mío).
Con esto quiero que entendáis que el hecho de nacer con un temperamento determinado, no nos impide hacer grandes cosas.
Conocer nuestro temperamento nos ayuda a saber qué virtudes del carácter tenemos que trabajar. Las virtudes cardinales son cuatro virtudes morales de conducta enunciadas por Platón. Son estas:
1. Templanza
2. Prudencia
3. Fortaleza
4. Justicia
Hayas nacido con el temperamento que sea, el objetivo de cada existencia humana debe ser lograr un equilibrio entre ellas.
Os recomiendo que hagáis este test pero antes de hacerlo quiero que sepáis que:
– No es un test de personalidad, es un test de temperamento. A diferencia de los test de personalidad que, por ejemplo, se hacen en muchas empresas están enfocados a sacar el máximo provecho al empleado para beneficio de la empresa. En el test de temperamento lo que hay que discernir es, de los test de personalidad, qué viene de tu temperamento y qué viene de tu carácter. Con este test descubres lo que eres por naturaleza.
– Hay que hacerlo muy rápido, casi sin pensar en las respuestas, respondiendo a lo primero que te venga a la cabeza.
– Es difícil hacerlo bien si lo que queremos es conocer nuestro temperamento original ya que, conforme crecemos, nos vamos impregnando de otros temperamentos.
Si aún no habéis hecho el test es probable que os ocurra lo mismo que a mí: piensas que tienes un poco de todo. No puedes ser flemático y colérico o melancólico y sanguíneo. Lo que pasa es que son cosas que has desarrollado con el tiempo pero no es tu base.
Espero que os hayan resultado tan interesantes estas reflexiones como a mi hacerlas y, de nuevo, os recomiendo que visualicéis los videos de Havard, el enlace a la Wikipedia y que realicéis el test. Pero todo ello, si luego no lo aplicas en tu día a día, si después no empatizas con aquellos que tienen un temperamento diferente al tuyo y si no vives todos tus días analizando cómo estás actuando con respecto a cada una de estas virtudes, no servirá para nada.
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